18 julio 2008

Agresion por sobreproteccion



Agresión hacia personas desconocidas

A diferencia del de la agresión por dominancia, la agresión sobreprotectora está orientada hacia personas desconocidas o poco conocidas para el perro, aunque en ciertos casos puede estar orientada también hacia los miembros del grupo familiar.

Normalmente los perros protegen el territorio en el cual habitan, a los miembros de su grupo de pertenencia y/o a objetos que ellos consideran de su propiedad. La mayoría de las veces los perros que protegen el territorio o a la familia de la presencia de intrusos suelen cesar en su comportamiento hostil si sus dueños así se lo piden.

De esta forma, es frecuente observar cómo un perro ladra intensamente cuando un extraño se acerca y deja de hacerlo cuando su propietario se acerca a la puerta y después de pedirle silencio permite la entrada de la persona ajena a la casa. En ese momento algunos perros pueden mostrarse amistosos o indiferentes con el extraño.

Sin embargo, en algunas ocasiones también se observan perros que no responden a los pedidos de su propietario, quien debe encerrar al animal antes de permitir el ingreso de la visita. En otras ocasiones los perros pueden permitir el ingreso de extraños pero ante el más mínimo intento de éstos de acercamiento a sus propietarios los perros suelen agredirlos con gran decisión. En ambos casos los perros no están protegiendo el territorio ni a la familia, sino que la están sobreprotegiendo y este comportamiento puede ser sumamente peligroso para la integridad física de los seres humanos.

Si bien esta conducta es propia de animales que presentan una tendencia innata a la protección y que por un manejo erróneo exageran primero y exacerban después este comportamiento normal transformándolo en sobreprotección, existen dos causas principales que la motivan:

La estimulación del perro por parte del propietario.
Esta estimulación puede ser consciente o inconsciente. Muchos propietario incentivan el cuidado territorial a través de palabras de aliento y caricias cuando los animales ladran ante la presencia cercana de extraños en sus domicilios. Esta actitud puede inducirlos a no permitir la entrada al hogar de ninguna persona, ya sea amiga o no de la familia.

La excesiva malcrianza. Esto lleva a la sobreprotección e induce a su vez a muchos animales a sobreproteger a sus dueños. Incluso en casos extremos un perro puede sobreproteger de tal manera a su dueño que no permite que otro miembro de la familia se acerque cuando se encuentra junto al perro.

Finalmente, vale la pena mencionar la sobreprotección que muchos perros tienen en relación con objetos que consideran de su propiedad. En estos casos cuando un animal se halla cerca de estos objetos no permite que nadie, ya sea conocido o desconocido, pase cerca de él y mucho menos que intente quitárselo.

En todos los casos la corrección de la conducta de sobreprotección suele ser bastante dificultosa.
Para ello es necesario modificar el mensaje que recibe el perro. Primero el animal debe dejar de tomar sus propias decisiones y esperar la decisión del propietario. Para lograr esto suele ser necesario revertir el vínculo de liderazgo que muchos de los perros que presentan agresión sobreprotectora ejercen sobre sus dueños. En la mayoría de los casos es necesaria la consulta a un profesional ya que un animal que se siente dominante difícilmente acepte ocupar el rol de subordinado. Por el contrario, si la sobreprotección ocurre en perros cuyos dueños cumplen el rol de líderes dentro del grupo, la tarea a realizar suele ser algo más sencilla.

El objetivo final del tratamiento consiste en disminuir la agresividad de los animales no a través de un método que les resulte traumático - como el castigo físico -, sino a través de un cambio en el aspecto emocional a fin de que dejen de considerar como peligrosas las situaciones antes mencionadas. Para lograr esto no hay nada mejor que estimular y premiar una buena conducta siempre manteniendo un mensaje coherente, exigir el cumplimiento de esa conducta mostrando firmeza en la actitud y ser pacientes para esperar los resultados.

Por último creo necesario recordar la importancia de prevenir la aparición de los comportamientos agresivos indeseables. Con este propósito, se recomienda elegir el perro que mejor se adecue a las necesidades del grupo familiar para luego educarlo correctamente. Sin embargo, si uno ya convive con un perro no debe olvidar que la mayoría posee una gran capacidad de aprendizaje. Si ésta es estimulada correctamente, será posible cumplir con aquel dicho popular que afirma que "siempre es mejor prevenir que curar".