Los sistemas son variados, pero la base es la misma. Lo que queremos conseguir es que el perro relacione la conducta de ladrar, con una consecuencia negativa. Para que él pueda hacer eso, la consecuencia negativa se tiene que dar en forma inmediata, sin ningún acontecimiento entre ambos eventos. Por ejemplo, el perro ladra, salimos, le ordenamos acercarse y ahí lo castigamos; el perro relaciona acercarse con castigo. El ladrido es un evento que queda aparte.
Por lo tanto, cada vez que ladre, hay que acercarse a él, y decirle, por ejemplo NO. Con firmeza y clara desaprobación. Pero nada más que eso, no entenderá un discurso. Le decimos NO, y lo ignoramos. Cada vez que ladre, lo mismo. Todos en la familia tienen que colaborar para acelerar el proceso. El punto clave es que no debe pasar nada entre el ladrido y el NO.
Con esta misma base, se han creado dispositivos variados. Por ejemplo, algunos que se colocan en el jardín, que cada vez que el perro ladra, emiten un sonido agudo (no audible para los humanos) muy molesto para el perro.
Sea ese sonido o nuestra conducta de desaprobación, si cada vez que el perro ladra sucede en forma inmediata algo así, aprenderá con seguridad. Algunos opinan que los perros más inteligentes aprenden luego de 20 repeticiones del hecho, y los menos lúcidos, cerca de 90 repeticiones. Como sea, no parece tan imposible, sobre todo si pensamos lo molesto que es.
Via: blogmascotas