El estudio se ha llevado a cabo durante seis años por un equipo dirigido por el estadounidense Carlos A. Driscoll, del Instituto Nacional de Cáncer, en Maryland. Para llegar a sus conclusiones, han analizado el ADN de cerca de un millar de gatos domésticos y salvajes de todo el mundo. Estos investigadores han descubierto que una subespecie de gato salvaje, la Felis silvestris lybica, procedente de Oriente Próximo, es la madre de los 600 millones de gatos domésticos que hay en el mundo.
Según el artículo publicado en Science, hay cinco subespecies de gatos salvajes en el mundo; el gato salvaje europeo, el gato salvaje de Oriente Próximo, el de África del Sur, el de Asia Central y el gato del desierto chino. Los investigadores han descubierto que los ADN de todos los gatos domésticos coinciden con el ADN de la subespecie de Oriente Próximo, lo que quiere decir que esta especie es el ancestro de todos los gatos domésticos.
El ADN más cercano al de los gatos domésticos ha sido hallado en 15 individuos de gato salvaje capturados en Israel, Emiratos Árabes, Bahrein y Arabia Saudí. Siguiendo el rastro del ADN y teniendo en cuenta que los primeros restos arqueológicos con gatos enterrados datan de hace unos 9.500 años, los científicos concluyen que los primeros gatos domesticados vivieron alrededor de esta época en esta región, donde se asentaron los primeros humanos que consiguieron cultivar la tierra.
Tirando del hilo, los investigadores concluyen que esos gatos salvajes encontraron en los asentamientos lo que buscaban: comida gracias los roedores que abundaban en los primitivos graneros de los primeros cultivadores y cierto abrigo de sus depredadores. Los agricultores los toleraron porque acababan con los roedores, con lo cual se estableció una relación entre ambos.
Eso sí, los gatos se domesticaron solos, se acostumbraron a los humanos y los toleraron, pero no fueron domesticados a la fuerza como los fueron otros animales. De ahí deducen los investigadores la sempiterna independencia de los gatos. "Los gatos se adaptaron ellos mismos a un nuevo entorno, así que el impulso para la domesticación nació de los gatos, no de los humanos", dice Driscoll. Hasta hace poco, se aceptaba que los gatos habían sido domesticados en el antiguo Egipto.