El golpe de calor es un aumento de la temperatura corporal que resulta en daños térmicos en todos los tejidos del cuerpo. Experimentalmente se ha determinado que la temperatura crítica en los perros es una mayor a 43ºC. Los signos clínicos son variados, e incluyen jadeo excesivo, taquicardia, lengua muy oscura o azulada, postración, temperatura corporal muy elevada, sangrado, vómitos y diarrea. Las complicaciones serias que pueden ocurrir son una falla renal, hepática, déficit de coagulación, shock o arritmias cardíacas.
Normalmente es el cerebro quien controla la temperatura corporal, que recibe información de diferentes sensores en la piel y en la sangre. Cuando el cuerpo está demasiado caliente, se activan los mecanismos para disipar el calor, que son principalmente la dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, el jadeo y el aumento de la frecuencia cardíaca. También actúan otros mecanismos de compensación a nivel celular. Los perros casi no tienen glándulas sudoríparas, de modo que no pueden disipar calor mediante la transpiración, como los humanos, los caballos o las vacas.
Los factores que predisponen a un golpe de calor son varios. Hay factores ambientales que impiden una correcta disipación del calor, como una mala ventilación, falta de agua fresca para beber, humedad alta, falta de aclimatación del animal a la alta temperatura ambiente. Por otro lado, hay factores internos que también facilitan el aumento de la temperatura corporal, como un perro con mala condición física corriendo en un día de mucho calor. Los perros de hocico corto (braquicefálicos) como los Boxers, Pugs y Bulldogs están especialmente predispuestos al golpe de calor, ya que en ellos se dificulta la disipación de calor en la nariz. También los animales obesos, que retienen más calor, los que padecen alguna enfermedad cardiovascular o los muy jóvenes o viejos tienen mayor predisposición.
Cuando la temperatura corporal se eleva demasiado se inactivan las enzimas (son diferentes proteínas que llevan a cabo todas las funciones celulares), se destruyen las paredes de las células y se alteran las uniones químicas. Esto y los demás efectos que se suceden provocan daños en todos los órganos del cuerpo, sobre todo en el corazón, hígado, los riñones, el intestino y puede ocurrir edema cerebral. A nivel de la sangre, se rompen muchos glóbulos rojos y se dificulta la coagulación, lo que provoca hemorragias. Se produce también una muerte masiva de las células en los músculos, formados mayormente por proteínas.
Los daños dependerán de la intensidad y la duración del golpe de calor, por eso es tan importante comenzar a bajar la temperatura lo antes posible. Lo mejor es empapar al perro con agua fresca, pero no helada, porque eso contrae los vasos sanguíneos de la piel y el calor no puede disiparse. Se puede combinar el agua con un ventilador que elimine el calor rápidamente de la superficie del cuerpo. Un golpe de calor es una emergencia extrema, de modo que debes llevar al perro a su veterinario lo antes posible. Él podrá aplicar suero y darle corticoides endovenosos para contrarrestar el shock y proteger las células y antibióticos para evitar infecciones generalizadas. Además iniciará el tratamiento de sostén necesario para los riñones, hígado, coagulación, corazón, convulsiones o los signos que cada perro muestre.
Por último, si tu perro ha sufrido un golpe de calor debes refrescarlo lo antes posible. Aunque lo veas bien después, llévalo a que lo revise el veterinario. Algunas de las complicaciones mencionadas pueden aparecer en forma tardía y cuanto antes sean descubiertas y tratadas mejores posibilidades habrá de que el perro no sufra consecuencias graves.
Via: amordemascota