El olfato es uno de los sentidos más desarrollados en los perros, y gracias al que consiguen obtener gran cantidad de información del mundo que les rodea. Para empezar, es importante que la nariz esté fresca y húmeda, ya que las partículas de olor, para que puedan ser detectadas, tienen que disolverse en el agua que humedece el tejido olfativo.
En las fosas nasales se encuentran los cornetes, que están recubiertos de un tejido formado a base de células quimioreceptoras. En estos cornetes, se calienta y humedece el aire. Los seres humanos también tenemos cornetes, pero ocupan unos 14 cm. cuadrados, frente a los 150 de un perro (una diferencia más entre tu olfato y el de tu perro).
Cuando el perro localiza un olor, respira, jadea inundando los pulmones de aire y las sustancias odoríferas excitan las terminaciones nerviosas de la pituitaria, que entonces envía un impulso nervioso al encéfalo, que lo interpreta.
Además, un dato interesante es que los perros tienen muy desarrollada la memoria olfativa.