Para evitar este comportamiento del perro, debemos empezar por corregir el nuestro. Cuando llegamos a casa, por mucho que el perro venga a recibirnos encantado, no debemos saludarlo inmediatamente.
Si lo hacemos, solo estamos generando más ansiedad en él, que espera mimos y caricias desde que oye el ascensor. Además, con esto le estamos transmitiendo el mensaje (erróneo) de que cualquier persona que entre por la puerta le hará mimos.
Lo que debes hacer, tanto tú como las visitas, es no hacerle caso nada más entrar, e ignorarlo mientras te quitas el abrigo, dejas las llaves… Dejaremos pasar un par de minutos y, solo si está calmado, lo llamaremos y le haremos mimos. Así comprenderá que son una recompensa a un comportamiento adecuado.
Es importante que el perro tengo un lugar que considere propio, una cesta, una manta… para poder indicarle “a tu sitio“, de forma que reconozca la orden y obedezca. Así, cuando vengan visitas, podremos enviarle allí hasta que le ordenemos venir.