Es pleno verano pero lamentablemente las vacaciones escolares acaban y la casa queda sin niños durante las primeras horas del día tiempo que durante los últimos meses interactuaban mascotas y niños, mezclándose en una sola unidad de juego.
Ahora, sin niños en casa, las mascotas sufren esa ausencia la cual genera en ellos síntomas de una enfermedad de moda entre los adultos preocupados por la crisis: la depresión por estrés.
Tome en cuenta, cada cambio intempestivo de rutina afecta a su mascota de manera negativa. La ausencia prolongada de un miembro de la familia, el cambio de horario de la alimentación, una mudanza, la llegada de un nuevo integrante al hogar absolutamente todo.
El estrés, generado por una sensación de la inestabilidad emocional, provoca agresividad o depresión en las mascotas. Los síntomas son diversos, desde falta de apetito hasta decaimiento, apatía o autoagresión. Todo en respuesta al cambio de vida de sus dueños.
La falta de afecto, la soledad y el encierro de las mascotas pueden tener ese efecto nocivo en las ellas, éstos pueden producir cuadros de estrés y depresión los cuales se manifiestan con cambios de conducta.
Lamentablemente estos se acentúan cuando es hora de que los niños de la casa vuelvan a las aulas. Tenga en cuenta que el estrés puede ser el inicio de enfermedades como insuficiencia renal o hepatitis debido a la baja de las defensas del animalito.
Este mal incluso puede atentar contra su estética pues se le puede caer el pelito y su cuerpo puede debilitarse a tal punto de perder su belleza y contextura natural.
Por lo general, los perritos más perjudicados por estos cambios intempestivos son los mayorcitos.