En primer lugar es muy importante considerar qué piensan los adultos de esa casa a quien pensamos regalar una mascota. Puede suceder que uno esta plenamente de acuerdo, y el otro no. En ese caso, hay que dejar que maduren la idea hasta estar ambos convencidos plenamente. Una mascota requiere de cuidados y atención que debemos estar seguros que recibirá.
Si quienes piden la mascota son niños que prometen cuidarla, desde ya hay que asumir que no lo harán, o no en la forma que se necesita. Tal vez todos queden muy contentos al ver un cachorro, pero con el paso de los días entienden que no es tan sencillo.
Otra situación frecuente es cuando muere una mascota de alguien que conocemos mucho, y se nos ocurre reemplazarla. Si bien nos consta que esa persona cuida con mucho cariño y dedicación a sus mascotas, puede suceder que aún no se sienta pronta para tener una nueva. De hecho la idea le puede parecer bastante mala y aumentar su tristeza.
Por lo tanto, nunca puede ser un regalo sorpresa, salvo si es para nuestros propios hijos y nosotros evaluamos claramente que podemos hacernos cargo.