
Podemos detectar un estado depresivo o ansiedad en nuestra mascota con síntomas como la bajada de la actividad física, apatía, sueño constante, falta de actividad de juego o por el contrario con hiperactividad o insomnio.
En los perros y gatos más concretamente tienden a morderse las pata, lamerse continuamente una zona determinada del cuerpo, comerse las uñas o mordisquearse la cola. En el caso de las aves pueden llegar a arrancarse sus propias plumas creándose zonas descubiertas incluso completamente peladas.
Este tipo de trastornos debe ser tratado con medicación especifica y terapias de conducta donde participe el dueño de la mascota, esto puede ayudar a cambiar el entorno que crea malestar al animal. En el caso de que la depresión este determinada por un componente genético es más complicado de combatir pero un especialista podrá valorar los posibles tratamientos.