En numerosas ocasiones, y de hecho, puede que sea el problema más frecuente, humanizamos a los animales. Esto quiere decir que tratamos que ellos piensen como nosotros o los miramos como si siguieran las mismas pautas de comportamiento cuando la realidad es que ellos tienen ya las suyas propias.
Colocamos ropa, los peinamos y los vestimos pensando, por ejemplo, que eso agrada a nuestro animal pero el caso es que para él es indiferente aunque puede incluso que llegue a dificultar su relación con otros perros ya que las apariencias físicas sólo importan a los humanos y los perros no entienden este comportamiento. Los animales perciben el mundo de una forma mucho menos superficial.
Los problemas derivados de humanizar a los animales son muchos pero casi todos se presentan como problemas de comportamiento. La jerarquía de los perros incluye al hombre dentro de su manada y siempre tiene que haber un líder. Humanizando y consintiendo al perro lo que logramos es que el asuma el papel de líder y puede que deje de obedecernos y quizás de respetarnos.
Para evitar los problemas derivados de estas actitudes lo primero que debemos entender es cómo piensan los perros, ellos siguen las leyes de la naturaleza y no comprenden nuestros razonamientos “racionales”, se guían por instintos. En segundo lugar, y por último, debemos tener claro que nosotros debemos ser quienes les guíen, los líderes de su manada, ganarnos su confianza y su respeto para que entienda nuestras normas.