Un perro que muerde, ladra excesivamente o no come, puede estar experimentando un problema psicológico. Los animales sufren igual que los humanos los cambios en el ambiente, la pérdida de un ser querido y el estrés. Por suerte, no hace falta ser el Dr. Doolittle para entender qué es lo que les pasa. Basta con llamar a un psicólogo de perros.
El especialista es un médico veterinario o entrenador, experto en comportamiento animal. “Se ha descubierto que muchísimas técnicas derivadas de la psicología son exitosas aplicadas en animales”, dice Gustavo Bianco, adiestrador y psicólogo cognitivo conductual.
Claudio Gerzovich es veterinario y explica que la terapia tiene varias etapas: primero, el diagnóstico a través de la evaluación del hábitat y el manejo de los dueños. Luego, el pronóstico de evolución del problema y, por último, la toma de medidas. “Puedo sugerir la realización de sesiones para trabajar con el sistema familia-perro. Si ese fuese el caso, en general, el promedio es de 10 sesiones, una por semana. Las consultas son a domicilio, en lo posible con todo el grupo familiar y tiene una duración de aproximadamente dos horas”.
“Se le pregunta al dueño a partir de cuándo se manifiesta el desorden, cómo era el perro antes del problema, cuál podría ser el gatillo que desencadenó la alteración. Se descarta el problema orgánico y se busca instalar un nuevo repertorio de conductas más saludables”, agrega Bianco.
Ricardo Bruno, veterinario comportamental, dice que la terapia se realiza a través de psicofármacos y de técnicas de modificación de la conducta. Por ejemplo, utilización de antifóbicos y técnicas de desensibilización sistemática en los casos de miedos y fobias.
“Se recetan psicofármacos, cuando el caso lo amerita, para tratar fobias (a estruendos, tormentas, etc.), en casos de agresión, de ansiedad grave y en estereotipias (similar al TOC en humanos)”, detalla. Y agrega que las fobias son iguales en perros grandes y chicos, aunque “más comunes en animales adultos que en cachorros”.
El tratamiento que ofrece Bruno dura entre 2 y 6 meses, trabaja desde su consultorio y en el domicilio del “paciente”, según la preferencia del dueño del animal. Maneja entre 1 y 4 consultas separadas entre sí por 15 días o más. Siempre hay una primera consulta, donde realiza un diagnóstico, un pronóstico y luego se determina el tratamiento. Los honorarios son de $ 250 en consultorio y de $ 350 en adelante yendo al domicilio, según la distancia a recorrer.
Sin remedios
Bianco, en tanto, dice que “en la mayoría de los casos, no es necesario recetar psicofármacos. Personalmente, prefiero dejarlo como última medida, ya que no se encuentran tan probados en perros, tienen efectos nocivos y en los casos que conozco, desde mi percepción, no han cambiado nada”.
Las alteraciones que más preocupan a los dueños son, según Bruno, la agresión hacia personas y animales, los problemas relacionados con la ansiedad (destrucción de objetos y ladridos) y las fobias a distintos estímulos ambientales.
Bianco alerta: “Cuando los perros están deprimidos y tristes, no quieren jugar con otros perros, tienen poca movilidad, duermen más tiempo de lo normal y no comen. Los problemas más comunes están relacionados con la hiperactividad (excitación generalizada, saltos, comportamiento masticatorio y destructivo, desobediencia). Son ocasionados por falta de espacio, poca relación con otros animales y con sus dueños. Esto crea un desbalance entre lo que tiene que gastar de energía y la que consume”.
Para Gerzovich, la razón de las alteraciones psicológicas en los animales son los dueños. “No terminan de entender que el perro no es un ser humano que ladra. El problema es la personalización del animal”, dice. Y ejemplifica: “Una persona le permite a su perro dormir en su cama, compartir la comida, subirse a los sillones. El perro interpreta que se lo está tratando como al líder, por lo que si después presenta problemas de agresión, el dueño no entiende por qué”.
Los países más avanzados en psicología animal son Estados Unidos y Francia. Según Bruno, Argentina es pionero dentro de Latinoamérica. “Más que nada, se debe al propio impulso de los veterinarios, no tanto a nivel institucional, ya que en la facultad es una materia optativa y de muy corta duración. Los logros adquiridos son resultado del esfuerzo individual de veterinarios”, señala
Neurosis y razas peligrosas
Sobre las mascotas ¿neuróticas?, Bruno dice que existen razas con mayor predisposición a respuestas exageradas y anormales ante estímulos o situaciones cotidianos.
“Existe una diferencia entre los animales que viven en la ciudad o en el conurbano, con los que viven en el campo. Estos tienen menos alteraciones, pues pueden realizar una vida más acorde a las pautas innatas de su especie”, dice Bruno. Con respecto a los perros viejos, explica que “sufren disfunciones cognitivas, con lo cual aparecen conductas alteradas con mucha frecuencia. Algunas de esas conductas pueden calificarse como neuróticas”.
Para Gerzovich, tanto los perros que vienen en departamentos como en casas pueden tener problemas. “Los primeros, pasan mucho tiempo solos, por lo que es importante educarlos bien para evitar problemas de convivencia. Y los segundos viven aislados en jardines, por lo cual no satisfacen sus necesidades de contacto e interacción social”.
Agrega que hay comportamientos previsibles en los animales (agresión para defender un territorio) y otros que no lo son, como puede ser que un perro gire y se muerda la cola, reflejo de situaciones de estrés o ansiedad.
Al respecto, Bruno asegura que los perros que están en balcones o solos todo el día son “víctimas de propietarios que decidieron tener un animal cuando su vida no se los permitía. La especialidad de comportamiento animal es exitosa para prevenir esto. Hay que consultar con un profesional antes de tener una mascota”, dice.
Desde chiquitos
En cuanto a los cachorros encerrados en jaulas, propio de algunas veterinarias, Bruno señala que no debería estar permitido legalmente, ya que los cachorros “no aprenden entonces a socializar correctamente”.
“Los perros estructuran su psiquismo a los tres meses, es el periodo crítico o imprinting. Es un tipo de aprendizaje que no se puede revertir, por lo que es importante que sociabilice entonces con las especies con las que va a estar el resto de su vida”, explica Bianco.
En cuanto a las consideradas razas peligrosas, Bruno señala que están genéticamente determinadas a ser violentas, debido a la manipulación genética realizada por el hombre.
Por el contrario Gerzovich sostiene que “si se planteara eliminar a todas aquellas razas supuestamente agresivas, igualmente existirían problemas”. Para él, la potencia del animal influye en la visión de las personas: “No es lo mismo que gruña un rottweiler que un yorkshire”, ejemplifica.
“La genética existe y es un factor influyente. La conducta de un labrador no es la misma que la de un pitbull. Es verdad que podés encontrar perros de esas razas que no presentan actitudes agresivas. Sin embargo, si se hiciera una estadística, te darías cuenta que hay más problemas en determinadas razas, lo que no quiere decir que con un dueño que lo sepa manejar se logre que ese comportamiento no se manifieste”, completa.
Consejos
* Los primeros días desde la llegada del cachorro, procure no dejarlo solo, en especial por las noches.
* El cachorro debe estar en contacto con los distintos tipos de personas con los que se encontrará en su vida adulta.
* Es muy importante que salga a caminar con su perro 2 o 3 veces al día.
* Domine a su perro. No permita que él lo domine, especialmente si es un animal de raza grande.
* Acaricie a su perro sólo cuando está con las cuatro patas en el piso. Así disminuirá la probabilidad de que salte para recibir caricias.
* Si le gusta que suba a los sillones, pero no siempre, déle una señal que prohíba y otra que habilite para que su perro diferencie. Tal como si fuera un semáforo, si está su invitación (verde) puede subir al sillón, si no está su invitación (rojo) no puede subir.
* No olvide que el castigo sólo tiene sentido si es efectuado inmediatamente después de haber ocurrido el hecho que lo motivo.