
Los investigadores estudiaron el efecto de la posesión de animales de compañía en pacientes hospitalizados para recuperarse de un infarto. Cincuenta de los 53 propietarios de perros de compañía estaban vivos un año después de hospitalizados, mientras que sólo lo estaban 17 de las 39 personas que no tenían animales de compañía.
Para explicar este fenómeno hay que tener en cuenta que todo aquel que tiene un perro lo toca, lo acaricia y le demuestra su afecto. Estos actos tienen efectos psicológicamente beneficiosos: reducen la reacción del simpático y por lo tanto la elevación de la tensión arterial, del ritmo cardíaco y de los niveles de azúcar y lípidos en sangre.