Existen ocasiones en que hay que hacerse cargo de cahorros, en sus primeros días de vida, bien por fallecimiento de su madre o por abandono.
Hay que tener en cuenta que alimentar a los recién nacidos con leche de vaca, puede traer consecuencias desastrosas, ya que resulta inadecuada e incompleta; por ello lo más adecuado en estos casos, es comprar papillas en polvo para recién nacidos -que se preparan como las de los bebés-, junto con un pequeño biberón para perros.
Antes de suministrale la leche se debe de entibiar al baño María, probando en nuestra mano que no queme, para no dañar al cachorro y se le debe de suministrar cada 2 o 3 horas con el biberón, al menos unas siete u ocho veces al día.
La cantidad de leche que deberá tomar el cachorro, debe de ser aproximádamente el 10 % del peso vivo del cachorro; es decir que si pesa 500 gramos, deberá de tomar el 10% al día que son 5o gramos, repartidos en ocho tomas cada 3 horas.
Es importante que después de cada comida, el cachorro defeque; si esto no ocurre, es necesario estimularle el ano con masaje suaves, mediante un algodón con agua tibia, simulando los lamidos de la madre; si esto no ocurriese mediante esta acción , sería recomendable consultar con un veterinario.
Pasados unos 20-25 días, los cachorros defecan solos sin estimulación, además de que empiezan a aparecer los primeros dientes. A partir del mes se podrá ir introduciendo de forma gradual dieta sólida, es decir el pienso para cachorros se puede moler y preparar una papilla con agua -fácil de comer para ellos-, hasta pasados unos días, en que podrá comer pienso con caldos o leche de cachorros y más tarde seco. A medida que van creciendo, van disminuyendo el número de veces que debe de comer.