El organismo normalmente está preparado para adaptarse a situaciones estresantes de forma temporaria. Ahora, cuando se prolonga a lo largo del tiempo, comienzan a notarse ciertos efectos del estrés sobre el organismo y, sobre todo, en los cambios comportamentales de nuestras mascotas.
Muchos de estos cambios están relacionados con una inestabilidad emocional generada por la frustración en ese organismo, promoviendo la presentación de una patología que llamamos ansiedad.
Recordemos que la definición de comportamiento es la capacidad de adaptación de un organismo al entorno en el cual vive. Cuando hay cambios en el entorno durante períodos prolongados, se producen situaciones emocionales conflictivas con aumento de ansiedad o tensión, debido a la frustración generada por la ausencia de experiencias físicas, sociales, etc.
Es muy frecuente la aparición de signos comportamentales de ansiedad en perros que han vivido durante cierto tiempo una rutina determinada (perros callejeros) y, repentinamente, se cambia dicha rutina a un entorno poco estimulante (ambiente doméstico). Otros casos incluyen a perros que pasan de compartir casi todo con sus propietarios a ser confinados a un jardín o, inclusive, a estar atados a una cadena durante cierto tiempo o permanentemente.
Estos signos pueden incluir: ladrido excesivo, autolamido, conducta destructiva, excavado de pozos, orinar y/o defecar en lugares inadecuados, hiperactividad, lamido de objetos, succión de tejidos, llegando incluso a la automutilación y a la presentación de estereotipias (caminar sin sentido de un lado al otro de una reja) en casos avanzados.
Otra causa de presentación se produce en el caso de animales con escaso o nulo contacto social con animales de su misma especie o de otras especies.
En el caso de los gatos, los ambientes hogareños con pocos estímulos y la falta de juego interactivo pueden provocar esta anomalía.
La forma de corregir estos trastornos es, principalmente, identificar la posible causa y tomar las medidas adecuadas a cada caso en particular.
Algunas recomendaciones
En el caso de perros, disfrutar de paseos controlados incorporando el uso del collar y la correa, evitando que nuestro perro tome el control de dicho paseo. Esto se logra haciendo que la mascota entre en el estado emocional adecuado antes de salir a pasear y no una vez que ya tiene colocada la correa.
En el caso de gatos, enriquecer el ambiente, esto es nuestra casa, con estantes, repisas, cajones, etc. donde nuestro felino pueda escalar y esconderse a su voluntad.
También existen medicamentos que ayudan a mejorar el estado de ánimo y a corregir ciertos disturbios orgánicos que pueden ser la base de este tipo de trastornos.
Lógicamente, siempre debemos recurrir a nuestro médico veterinario de confianza para que realice primero una evaluación clínica, para luego, en caso de necesidad, realizar la derivación correspondiente al médico veterinario especializado en comportamiento de su confianza.