Para el 1300 y 1400, el beagle ya había tomado popularidad en toda Europa, y se sabe que monarcas británicos como por ejemplo Eduardo II y Enrique VII ya contaban con jaurías de estos perros, llamados en esa época glove beagles ya que eran tan pequeños que cabían en un guante (debe tenerse en cuenta que “glove” significa “guante” en inglés). Además, Isabel I llegó a tener ejemplares de esta raza que medían solo 22 centímetros. Ya en 1870, el beagle ya había cruzado el Océano Atlántico para aterrizar en Estados Unidos.
Son perros compactos y robustos, y suelen ser utilizados como perros de caza: en los Estados Unidos, en un comienzo se los utilizó para la caza de mapaches, y en la actualidad son los mejores para cazar liebres, ya que siguen a la perfección su rastro. También suelen ser utilizados para la cacería de codornices y faisanes.
Un dato curioso, y para nada feliz, es el hecho de que los beagles son de los perros más usados como sujetos de experimentación para la fabricación de cosméticos.