El gato es uno de los animales de los que más se habla. Suele tener defensores a ultranza así como enemigos declarados. Sin duda, es un animal que no causa indiferencia. Además, tras de sí, cuenta con varias verdades y mentiras diseminadas a lo largo de la historia.
El gato doméstico convive con el ser humano desde hace más de 9.500 años. Actualmente, es una de las mascotas más comunes y muchísima gente cuenta con un gato en su hogar como animal de compañía.
Vamos a conocer varias verdades y mentiras relacionadas con los gatos:
1º. Embarazo:
Se puede tener un gato mientras una mujer esté embarazada. No hay que apartar al gato de forma automática cuando una mujer está en período de gestación. Sólo hay que evitar limpiar la cajita de la arena del gasto, y si no queda otro remedio se puede hacer con guantes y luego hay que lavarae las manos con agua y jabón. Salvo que lo diga un médico, no hay peligro.
2º. Siete vidas:
En siglo XVIII, nació el mito de que los gatos tenían siete vidas. Fue debido a que los gatos desesperados por la persecución a la cual eran sometidos, se escabullían por cualquier sitio y aparecían y desaparecían. Pero, en realidad, no tiene siete vidas. Nada más lejos de la realidad.
3º. Asma:
Los gatos no provocan asma. Por lo tanto, no debemos tener este aspecto en absoluto. En algunas casos, sí existe la alergia al gato, pero nunca asma.
4º. El dolor:
Los gatos sienten dolor. Como todo ser vertebrado cuenta con receptores de dolor. Eso sí, los gatos suelen ser muy fuertes y cuando vocalizan su dolor es porque ya no pueden aguantar más.
5º. Caer de pie:
Los gatos han desarrollado la capacidad de caer de pie, pero no siempre lo consiguen porque lo que se desaconseja usarlos como un juguete para simular caídas.
6º. Esterilización:
Es falso cuando se dice que el gato engorda tras la esterilización. Si se sigue una dieta equilibrada y bajo consejo del veterinario, el gato no engordará.
7º. Bigotes:
Se dice que los gatos pierden el equilibrio si se les caen sus bigotes, pero es absolutamente falso. Los bigotes tienen una función sensorial importante, pero de ninguna manera afectan el equilibrio de un gato