Dentro del mundo del adiestramiento canino existen múltiples corrientes
de opinión y métodos. En los últimos años se ha consolidado el llamado
adiestramiento positivo o cliker que se basa en premiar al animal cuando
hace una acción correcta e ignorarlo cuando no se comporta como
nosotros esperamos.
Gracias a este método de trabajo podemos encontrar a perros que bailan junto a sus dueños y obedecen cualquier tipo de orden.
Partiendo de que el castigo físico debe estar completamente censurado, el uso de los bozales puede hacerse necesario en casos de coprofagia o si el animal ha presentado alguna actitud violenta. Además, según la normativa vigente en el caso de las razas potencialmente peligrosas su uso es obligatorio para salir a la calle, según refleja la ley estatal de 2002. Asimismo, puede haber ordenanzas municipales que extiendan su obligatoriedad a otras razas o animales.
La utilidad de los bozales
Tradicionalmente, se ha ligado el bozal con los animales agresivos o con un temperamento fuerte que eran capaces de morder a otros animales u otras personas. Actualmente, el bozal puede tener múltiples utilidades, aunque, según Yolanda Blanco, adiestradora, “para modificar una conducta jamás lo utilizaría, ya que sólo es un parche. Lo ideal es enseñar al perro a dejar de hacerlo, evitar que lo haga no elimina el problema”.
En determinadas situaciones la adiestradora se muestra partidaria de su uso, “para dar un paseo tranquilamente y, por supuesto, para evitar que el perro agreda a alguien”. Del mismo modo, podemos utilizarlo a modo de castigo quitándole libertad, puesto que el bozal estresa mucho a los perros, no les gusta nada y es una buena forma de reprender al animal sin usar el castigo físico.
Las razones para usar bozal
Cristina López, veterinaria de la Clínica A Marosa, enumera las razones por la que los dueños se deciden a usarlo:
- Agresividad del animal: la forma de acabar con este problema es corregir conductas y adiestrar adecuadamente al can. Además, a veces el bozal refuerza las conductas de ataque.
- Coprofagia: el bozal está contraindicado, puesto que este comportamiento es el resultado de situaciones de ansiedad o de una dieta insuficiente, por lo que hay que saber la causa y tratarla.
- Evitar la ingestión de cuerpos extraños o comida del suelo: con el bozal sólo solucionamos pasajeramente este problema, pero la verdadera solución es contactar con un adiestrador.
- Adiestramiento del animal: hay bozales que se usan para educar y corregir algunas conductas indeseadas. - - Son conocidos como Haltie o cabezada de caballo y cuando se tira de él obliga al animal a mirar al suelo corrigiendo su conducta.
- En el veterinario: algunos ejemplares llegan a la consulta muy nerviosos, por lo que el bozal puede ser necesario para evitar mordiscos tanto al veterinario como a los propios dueños.
¿Cuál es el bozal más adecuado?
En primer lugar, tenemos los dos bozales clásicos: el regulable y el de tipo canastilla. Los primeros son muy seguros, aunque terriblemente incómodos para el animal. No son recomendables en caso de animales agresivos puesto que no cierran completamente la boca y pueden pellizcar con los dientes. Por su parte, los de canastilla son un poco menos incómodos por que el animal puede abrir la boca en su interior. En los últimos años, se están lanzando al mercado bozales de cuero que se adaptan a la forma del cráneo de cada raza.
Salir a pasear con un perro que no para de tirar de la correa puede convertirse en una experiencia desagradable para el dueño o incluso peligrosa dependiendo del carácter y tamaño del mismo. Para erradicar esta dificultad muchos adiestradores apuestan por los bozales de tipo Haltie. Yolanda Blanco, opina que este tipo de bozal “no nos ayuda a acabar con el problema, porque no enseña al perro a no estirar sino que le es físicamente imposible hacerlo”. El bozal puede ofrecernos una solución pasajera, pero tenemos que recordar que para acabar con estos comportamientos indeseados debemos educar correctamente a nuestra mascota.