Como vimos los órganos sensoriales de los felinos están especialmente desarrollados. Pero tal vez los bigotes sean el órgano más notable en ese sentido. Detectores de los más mínimos movimientos y cambios en el entorno, estos maravillosos receptores táctiles vienen a ser algo así como el GPS felino. El nombre de estos receptores es vibrisas, y no sólo se encuentran en el labio superior.
Las vibrisas son pelos de mayor tamaño, dureza y largo que los pelos normales. Se implantan en la piel a nivel mucho más profundo, y en esa base, una infinidad de terminaciones nerviosas les permite cumplir esa función. Además de los bigotes, que están a ambos lados del labio superior, dispuestos en grupos de a 4 o 5 formando varias hileras; los encontramos en otras localizaciones del gato. Sobre los ojos (con una función muy importante), en las mejillas y en las patas delanteras, es donde podemos ver este tipo de pelos.
Las vibrisas le permiten al gato detectar los movimientos más leves. Le sirven para orientarse, posicionarse en una caída, predecir si pueden o no pasar por un pequeño espacio, evitar lastimarse los ojos y comunicarse. Los diferentes movimientos de los bigotes, como ya hemos visto en un post anterior, muestran el estado de ánimo del felino.
Muchos mamíferos tienen bigotes, pero en los gatos es donde se ve mayor sensibilidad de estos receptores.
Es fácil comprender la importancia que tienen para el gato las vibrisas. Cualquier lesión en las mismas es sumamente dolorosa, y deja al gato en una situación de desprotección muy marcada. Por este motivo es importante tenerlo en cuenta, y sobre todo, informar a los niños de la casa, para evitar que lastimen jugando a nuestro gatito.