Para evitar que cada visita al veterinario se convierta en una auténtica pesadilla, hay varias cosas que puedes hacer.
La primera, es armarte de paciencia y sobre todo, estar tranquila, porque si tú te pones nerviosa, el perro lo notará y solamente conseguirás que la cosa empeore. También es recomendable que salgas un poco antes de casa y te lo lleves a dar una vuelta. Con esto conseguirás que llegue más cansado y con menos energía, algo que puede ser muy beneficioso.
Por otra parte, intenta llevarte un premio y dáselo al salir del veterinario, pero siempre cuando ya esté tranquilo. Seguramente, si le consultas a él qué puedes hacer, te dará más claves para mejorar esta situación.