Todos sabemos que perros y gatos son de muy distinta naturaleza, de ahí que la relación a priori no sea muy buena, pero los que tienen a ambas especies en casa, saben que lograr la convivencia es posible, aunque sea a base de respeto.
El perro es un animal muy social que buscará la compañía del gato con el que convive para jugar. Por su parte, el gato es un animal muy independiente y amante de la soledad. Ante esta contraposición debes actuar dejando libertad a ambos para que tengan tiempo para conocerse pero siempre estando vigilante de que un zarpazo del gato pueda lastimar al cachorro (no sería el primero cachorro que se queda tuerto por el zarpazo de un gato). Dependerá de la raza del perro para que esta relación desemboque en respeto o en una amistad inseparable de por vida (puedes buscar en el apartado de Razas si tu perro tolera mejor o peor a otros animales).
La presentación entre ambas especies nunca debe ser forzada, al contrario, se debe dar total libertad para que cada uno de ellos busque su momento, explore desde la distancia, se empape de los olores de ambos y vaya conociendo el carácter y lenguaje de cada uno. El conocimiento del lenguaje de ambos llevará a malas interpretaciones en un principio, hasta que llegue un momento en que empiecen a entenderse algo más.
La presentación entre ambos debe hacerse muy lentamente, como digo, deben acostumbrarse a que el nuevo inquilino huele diferente, emite sonidos diferentes y actúa de forma diferente. En un caso u otro, es mejor que antes de la presentación, el cachorro haya agotado su energía con juegos y actividad física para que ante el primer encuentre se sienta relajado y nada ansioso.
Lo fundamental es que tú como propietario des total libertad a ambos, nunca se te ocurra forzar las presentaciones. En cuanto menos te lo esperes, ambos animales podrán convivir en perfecta armonía.
Eso sí, mantente alerta de los posibles conatos de peleas y siempre regaña estos conatos para que no lleguen a más: tanto si es el cachorro que molesta con su juego, como si es el gato el que busca al cachorro, no descuides que se saquen las uñas o los colmillos más de la cuenta, y corta este comportamiento con un SHHH, una palmada o un NO.
18 abril 2013
¿Por qué se les habla a los animales como si fuesen niños?
Muchas personas, cada vez más, comienzan a utilizar el conocido "lenguaje" –o mezcla de sonidos pronunciados hasta hacer un ruido agudo, con sonrisas amplias pero con la emoción necesaria para que, dentro de todo, suene a un gesto tierno– que usualmente se les dirige a los niños pequeños y los trasladan a perros y gatos domesticados. De esa manera pareciera que se pasa el límite de la mascota –rescatada de la calle o comprada en un pet shop– para convertirla en un hijo.
Ajenos a los ojos de los testigos, ese "dialecto" a media lengua cobra con los días mayor importancia. Tanto es así que psicólogos italianos comenzaron a estudiarlo y a difundir fotos de amantes de perros y gatos. Entre ellos, el padre del psicoanálisis Sigmund Freud, el ex presidente argentino Juan Domingo Perón y en nuestros días el presidente de los EEUU, Barack Obama, hacen "morisquetas" en público al perro de la Casa Blanca. Figuras como el poeta Charles Bukowski, el escritor Ernest Hemingway, Marilyn Monroe y John Lennon, posaron orgullosos con su gatos. Sin dudas, ver esas fotos no produce menos que simpatía y hasta hace que esos hombres se vean más humanos.
Pero ¿en realidad nos hace más sensibles generar un lazo con un animal? "No creo que este lazo afectivo cambie la conducta de la persona para con sus prójimos o lo haga más sensible; la mayor o menor sensibilidad depende de hacia quién va dirigida la emoción. Hay personas que son más sensibles a las obras de arte, otras a la música, y otras, simplemente, a los perros y a lo que ellos nos ofrecen. Hay personas que lo valoran y otras que no; hay personas que le dan lugar y otras que no", dijo a este medio la licenciada Lucía Peña, psicóloga de Espacio Olazábal.
"Muchas personas les hablan a sus mascotas como si fuesen niños pequeños ya que generan un vínculo afectivo tan fuerte como el de un hijo, hermano o amigo. No muchas personas tienen esta capacidad de comprometerse afectivamente con un animal, esto depende de la sensibilidad de la persona y de las experiencias pasadas", sostuvo Peña, y explicó que no se puede hablar de sensibilidad en general sino que se debe a ese compromiso afectivo de la persona con su mascota. Hay personas a las que les parece un disparate y a otras, la cosa más genial del mundo".
Lógicamente, quienes les hablamos a los perros, a los gatos y a las moscas que vuelan cerca estamos convencidos de que nos entienden, que comprenden cada palabra y que, como en todo diálogo, nos responden. Esta afirmación que debo hacer –nobleza obliga– parece quedar en la desazón del análisis de uno de los especialistas en comportamiento animal más reconocidos en este país.
Ricardo Bruno, médico veterinario especialista en comportamiento animal, afirmó que "tanto perros como gatos interpretan fonéticamente, ellos asocian un sonido con lo que uno quiere de ellos, pero el principal lenguaje es el gestual y el corporal, por eso es más importante lo que les decimos con gestos y posturas. Por ejemplo, cuando estamos de mal humor o tristes, esa expresión de la cara es la que los hace darse cuenta de nuestros estados anímicos. Los animales saben interpretar los gestos que hacemos. Qué gesto indica que vamos a salir a caminar, cuál para jugar, cuál para comer... Es la humanización que la gente hace de ellos la que les da una conducta esotérica".
Mostrando su desacuerdo con la "humanización" de los animales, Bruno aseguró: "La humanización es nociva, pero es gran parte del lazo. Para un individuo de una especie no es compañía un individuo de otra. Eso no quiere decir que no llegue a serlo ni que se generen lazos posteriores".
Mucho más que un amigo, mi hijo
"Los propietarios de perros tienden a ver al suyo como un miembro de la familia y a tratarlo como a un niño; tienen fotos de su mascota, le permiten dormir en sus camas, les gusta jugar con él, mimarlo, buscan contacto físico y le hablan en motherese –lenguaje que usan los adultos para hablar a los niños–, una modalidad de comunicación simplificada y melódica, típica del contacto con pequeños de su propia especie, y que puede ser considerada como una forma de comunicación no verbal: vehicula emociones y afectividad más que significados específicos”, dice la experta Emanuela Prato Previde, coautora, con Paola Valsecchi, de un estudio sobre los lazos sociales en los animales.
La principal forma de comunicación que las personas tenemos entre nosotros es el habla. Nos acostumbramos a hablar hasta con las plantas, y a hacerlo siempre con gestos y miradas. Hasta creemos que los no humanos tienen la misma capacidad de comprensión. Esto es notoriamente acrecentado si una persona fue criada con perros o gatos y el lugar que se les daba en la familia era importante; entonces, "es probable que perciba a sus mascotas como una 'persona' en la actualidad. De este modo, es posible, por ejemplo, que si ella mira para la cocina, la persona 'signifique' su conducta (como un bebé que no puede comunicarse) y vaya corriendo a la cocina para darle su alimento. Es así que se van generando hábitos de conducta entre el dueño y su mascota que sólo ellos dos comprenden y respetan", manifestó Peña.
Pero ¿qué pasa cuando quizás una persona que no haya sido criada entre amigos de cuatro patas al vivir sola comienza a hacerlo? "Cae" en el comportamiento "lógico" del amante de las mascotas: su casa de soltero será un espacio colmado de ropitas de polar, collares de varios colores, juguetes ruidosos, afiladores de uñas y, por qué no, dos pares de diminutas botitas de lluvia esperando ser usadas en el paseo del día.
A propósito señaló la terapeuta: "Es usual este comportamiento en personas que viven solas. La soledad genera que la mascota adopte un lugar tan importante y fundamental como un ser humano, por la proximidad y la intimidad del vínculo. Ese animal es tu fiel compañero, quien siempre te espera para comer" y la elección del compañero de vida tendrá que ver con el caracter de quien lo elige.
"Que una persona elija a una u otra especie tiene que ver también con sus propias características", aseveró Bruno, y destacó que "el gato y el perro son distintos por comportamiento. Los gatos no generan esos lazos, pero si eso pasa, tiene más que ver con el humano que con el gato. El perro vive con nosotros y el gato nos deja vivir con ellos".
Fue el propio Pablo Neruda quien escribió odas a estos amigos inigualables que, entiendan o no lo que les digamos con palabras, sin dudas entienden como pocas personas las miradas, las caricias y los silencios, y sin hacer una sola pregunta posan sus patas peludas sobre nuestras manos invitándonos a regalarles una triste sonrisa.
Ajenos a los ojos de los testigos, ese "dialecto" a media lengua cobra con los días mayor importancia. Tanto es así que psicólogos italianos comenzaron a estudiarlo y a difundir fotos de amantes de perros y gatos. Entre ellos, el padre del psicoanálisis Sigmund Freud, el ex presidente argentino Juan Domingo Perón y en nuestros días el presidente de los EEUU, Barack Obama, hacen "morisquetas" en público al perro de la Casa Blanca. Figuras como el poeta Charles Bukowski, el escritor Ernest Hemingway, Marilyn Monroe y John Lennon, posaron orgullosos con su gatos. Sin dudas, ver esas fotos no produce menos que simpatía y hasta hace que esos hombres se vean más humanos.
Pero ¿en realidad nos hace más sensibles generar un lazo con un animal? "No creo que este lazo afectivo cambie la conducta de la persona para con sus prójimos o lo haga más sensible; la mayor o menor sensibilidad depende de hacia quién va dirigida la emoción. Hay personas que son más sensibles a las obras de arte, otras a la música, y otras, simplemente, a los perros y a lo que ellos nos ofrecen. Hay personas que lo valoran y otras que no; hay personas que le dan lugar y otras que no", dijo a este medio la licenciada Lucía Peña, psicóloga de Espacio Olazábal.
"Muchas personas les hablan a sus mascotas como si fuesen niños pequeños ya que generan un vínculo afectivo tan fuerte como el de un hijo, hermano o amigo. No muchas personas tienen esta capacidad de comprometerse afectivamente con un animal, esto depende de la sensibilidad de la persona y de las experiencias pasadas", sostuvo Peña, y explicó que no se puede hablar de sensibilidad en general sino que se debe a ese compromiso afectivo de la persona con su mascota. Hay personas a las que les parece un disparate y a otras, la cosa más genial del mundo".
Lógicamente, quienes les hablamos a los perros, a los gatos y a las moscas que vuelan cerca estamos convencidos de que nos entienden, que comprenden cada palabra y que, como en todo diálogo, nos responden. Esta afirmación que debo hacer –nobleza obliga– parece quedar en la desazón del análisis de uno de los especialistas en comportamiento animal más reconocidos en este país.
Ricardo Bruno, médico veterinario especialista en comportamiento animal, afirmó que "tanto perros como gatos interpretan fonéticamente, ellos asocian un sonido con lo que uno quiere de ellos, pero el principal lenguaje es el gestual y el corporal, por eso es más importante lo que les decimos con gestos y posturas. Por ejemplo, cuando estamos de mal humor o tristes, esa expresión de la cara es la que los hace darse cuenta de nuestros estados anímicos. Los animales saben interpretar los gestos que hacemos. Qué gesto indica que vamos a salir a caminar, cuál para jugar, cuál para comer... Es la humanización que la gente hace de ellos la que les da una conducta esotérica".
Mostrando su desacuerdo con la "humanización" de los animales, Bruno aseguró: "La humanización es nociva, pero es gran parte del lazo. Para un individuo de una especie no es compañía un individuo de otra. Eso no quiere decir que no llegue a serlo ni que se generen lazos posteriores".
Mucho más que un amigo, mi hijo
"Los propietarios de perros tienden a ver al suyo como un miembro de la familia y a tratarlo como a un niño; tienen fotos de su mascota, le permiten dormir en sus camas, les gusta jugar con él, mimarlo, buscan contacto físico y le hablan en motherese –lenguaje que usan los adultos para hablar a los niños–, una modalidad de comunicación simplificada y melódica, típica del contacto con pequeños de su propia especie, y que puede ser considerada como una forma de comunicación no verbal: vehicula emociones y afectividad más que significados específicos”, dice la experta Emanuela Prato Previde, coautora, con Paola Valsecchi, de un estudio sobre los lazos sociales en los animales.
La principal forma de comunicación que las personas tenemos entre nosotros es el habla. Nos acostumbramos a hablar hasta con las plantas, y a hacerlo siempre con gestos y miradas. Hasta creemos que los no humanos tienen la misma capacidad de comprensión. Esto es notoriamente acrecentado si una persona fue criada con perros o gatos y el lugar que se les daba en la familia era importante; entonces, "es probable que perciba a sus mascotas como una 'persona' en la actualidad. De este modo, es posible, por ejemplo, que si ella mira para la cocina, la persona 'signifique' su conducta (como un bebé que no puede comunicarse) y vaya corriendo a la cocina para darle su alimento. Es así que se van generando hábitos de conducta entre el dueño y su mascota que sólo ellos dos comprenden y respetan", manifestó Peña.
Pero ¿qué pasa cuando quizás una persona que no haya sido criada entre amigos de cuatro patas al vivir sola comienza a hacerlo? "Cae" en el comportamiento "lógico" del amante de las mascotas: su casa de soltero será un espacio colmado de ropitas de polar, collares de varios colores, juguetes ruidosos, afiladores de uñas y, por qué no, dos pares de diminutas botitas de lluvia esperando ser usadas en el paseo del día.
A propósito señaló la terapeuta: "Es usual este comportamiento en personas que viven solas. La soledad genera que la mascota adopte un lugar tan importante y fundamental como un ser humano, por la proximidad y la intimidad del vínculo. Ese animal es tu fiel compañero, quien siempre te espera para comer" y la elección del compañero de vida tendrá que ver con el caracter de quien lo elige.
"Que una persona elija a una u otra especie tiene que ver también con sus propias características", aseveró Bruno, y destacó que "el gato y el perro son distintos por comportamiento. Los gatos no generan esos lazos, pero si eso pasa, tiene más que ver con el humano que con el gato. El perro vive con nosotros y el gato nos deja vivir con ellos".
Fue el propio Pablo Neruda quien escribió odas a estos amigos inigualables que, entiendan o no lo que les digamos con palabras, sin dudas entienden como pocas personas las miradas, las caricias y los silencios, y sin hacer una sola pregunta posan sus patas peludas sobre nuestras manos invitándonos a regalarles una triste sonrisa.
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¿Cómo tratar un gato que se ha caído de una ventana?
A los gatos les encantan las ventanas, observar la agitación de la calle y tumbarse en los bordes. Infelizmente, ni siempre hay la protección necesaria en las ventanas y el gato puede acabar cayendo de enormes alturas.
Un gato puede sobrevivir, normalmente, a la caída de una altura de tres plantas sin herimientos serios. En los casos de una caída más alta, la tendencia es caer en las cuatro patas, lo que puede llevar las fracturas en las piernas. Cuando el gato llega al suelo, su cabeza es golpeada contra el pavimento, haciendo daño en su mandíbula y rompiendo sus dientes.
Si no estás seguro que tu gato haya caído de un edificio o ventana alta, hay algunas señales que pueden revelar indicios del accidente: sangrado en el hocico y boca del gato, huesos fracturados y pérdida de consciencia. Comprueba también señales del choque, como encías pálidas, latidos del corazón y respiración acelerada.
Una vez que haya ocurrido el accidente, lo primero que debes hacer es buscar el gato en todos los rincones y escondites próximos al local de la caída. Acércate al gato cuidadosamente, si está muy nervioso o ansioso podrá ser necesario atarle.
Si hay sangre alrededor del hocico, limpia con cuidado. Este sangrado debe parar en pocos minutos. Examina dientes rotos, mandíbula partida y demás, para abrir correctamente la boca del gato, deberás:
Colocar la mano sobre la cabeza del gato, de modo que tu pulgar e dedo indicador queden justo detrás de los caninos largos y la cabeza apoyada en su palma.
Gira la cabeza del gato con mucha delicadeza hacia atrás dejando y abra la boca del gato. Limpia la sangre de la boca de su gato.
Examina huesos fracturados y lleva inmediatamente al veterinario.
Un gato puede sobrevivir, normalmente, a la caída de una altura de tres plantas sin herimientos serios. En los casos de una caída más alta, la tendencia es caer en las cuatro patas, lo que puede llevar las fracturas en las piernas. Cuando el gato llega al suelo, su cabeza es golpeada contra el pavimento, haciendo daño en su mandíbula y rompiendo sus dientes.
Si no estás seguro que tu gato haya caído de un edificio o ventana alta, hay algunas señales que pueden revelar indicios del accidente: sangrado en el hocico y boca del gato, huesos fracturados y pérdida de consciencia. Comprueba también señales del choque, como encías pálidas, latidos del corazón y respiración acelerada.
Una vez que haya ocurrido el accidente, lo primero que debes hacer es buscar el gato en todos los rincones y escondites próximos al local de la caída. Acércate al gato cuidadosamente, si está muy nervioso o ansioso podrá ser necesario atarle.
Si hay sangre alrededor del hocico, limpia con cuidado. Este sangrado debe parar en pocos minutos. Examina dientes rotos, mandíbula partida y demás, para abrir correctamente la boca del gato, deberás:
Colocar la mano sobre la cabeza del gato, de modo que tu pulgar e dedo indicador queden justo detrás de los caninos largos y la cabeza apoyada en su palma.
Gira la cabeza del gato con mucha delicadeza hacia atrás dejando y abra la boca del gato. Limpia la sangre de la boca de su gato.
Examina huesos fracturados y lleva inmediatamente al veterinario.
11 abril 2013
Cómo eliminar el olor a orina de perro
Si hay algo más molesto en la convivencia con un cachorro eso es el problema que crean los orines por toda la casa, pero más molesto es aún, que el cachorro a medida que va creciendo le dé por orinarse siempre en el mismo lugar. ¿Te suena? Vamos a intentar poner remedio aplicando estas pautas.
Es sabido que el perro es un animal de costumbres, y cuando le da por orinarse en la esquina del mueble del salón, ya puedes limpiar mil veces, que volverá a orinar en el mismo sitio. En parte esto es debido al marcaje territorial (a no ser que no saques a sus horas a tu perro y su vejiga no soporte ya la cantidad de orina acumulada).
Para evitar que el perro orine siempre en el mismo sitio, es importante que soluciones el problema desde dos vertientes:
La vertiente educativa.
La vertiente higiénica.
En la vertiente educativa ya sabes que es muy importante regañar al perro en el mismo momento en que va a orinar o está orinando. El NO o el SHHH enérgico y firme debe estar presente en el mismo momento en que ocurre, nunca después, porque el perro no asociará la regañina. El perro es consciente de sus actos en el momento, no es atemporal. Por tanto, no olvidemos la educación.
También entiendo que la mayoría de estos orines suceden cuando el propietario no está en casa. No os preocupéis, porque para ello también es importante tener en cuenta la vertiente higiénica.
Lo más importante para una limpieza que funcione (nada de remedios caseros como lejía, vinagre o bicarbonato) es dar con el producto adecuado, y para dar con el producto adecuado debemos entender el estado de la orina. Sabemos que la orina tiene un Ph: pues bien, el estado de ese Ph es diferente cuando la orina está líquida a cuando la orina lleva un ratito y está reseca, puesto que cuando está líquida es ácida y cuando se va resecando se vuelve alcalina.
¿Por qué es importante tener en cuenta esta diferencia? Porque los productos que se venden para neutralizar el olor de la orina pueden estar indicados para orina alcalina u orina ácida. Si compramos el producto y no lo utilizamos de forma correcta no servirá de nada.
Aunque nosotros no percibamos el olor de la orina cuando la limpiamos, el perro sí que lo huele, por tanto, es muy importante para evitar que el perro vuelva a orinar en el mismo sitio no dejar ni rastro de olor. Para ello, el producto más eficaz es el que se vende en las tiendas de mascotas o droguerías que están fabricados a base de enzimas: y recuerda seleccionar el producto con base alcalina o con base ácida según el estado de la orina.
No olvides:
- No te enfoques en limpiar la mancha ya que si la mancha desaparece pero el olor no, estamos en el mismo punto de partida.
- No te empeñes en refregar el hocico de tu perro sobre el orín, no solo no conseguirás nada (bueno, desahogarte, pero intenta desahogarte sin humillar al perro), sino que puedes desarrollar miedo y desconfianza de tu perro hacia ti.
- No utilices productos caseros, como la lejía o el amoniaco, que sinceramente, consiguen justo lo contrario, reforzar que el perro orine más si cabe (la orina contiene amoniaco).
Consulta en tu tienda habitual de mascotas, tu tienda online o droguería el producto adecuado y mantente perseverante en la educación.
Es sabido que el perro es un animal de costumbres, y cuando le da por orinarse en la esquina del mueble del salón, ya puedes limpiar mil veces, que volverá a orinar en el mismo sitio. En parte esto es debido al marcaje territorial (a no ser que no saques a sus horas a tu perro y su vejiga no soporte ya la cantidad de orina acumulada).
Para evitar que el perro orine siempre en el mismo sitio, es importante que soluciones el problema desde dos vertientes:
La vertiente educativa.
La vertiente higiénica.
En la vertiente educativa ya sabes que es muy importante regañar al perro en el mismo momento en que va a orinar o está orinando. El NO o el SHHH enérgico y firme debe estar presente en el mismo momento en que ocurre, nunca después, porque el perro no asociará la regañina. El perro es consciente de sus actos en el momento, no es atemporal. Por tanto, no olvidemos la educación.
También entiendo que la mayoría de estos orines suceden cuando el propietario no está en casa. No os preocupéis, porque para ello también es importante tener en cuenta la vertiente higiénica.
Lo más importante para una limpieza que funcione (nada de remedios caseros como lejía, vinagre o bicarbonato) es dar con el producto adecuado, y para dar con el producto adecuado debemos entender el estado de la orina. Sabemos que la orina tiene un Ph: pues bien, el estado de ese Ph es diferente cuando la orina está líquida a cuando la orina lleva un ratito y está reseca, puesto que cuando está líquida es ácida y cuando se va resecando se vuelve alcalina.
¿Por qué es importante tener en cuenta esta diferencia? Porque los productos que se venden para neutralizar el olor de la orina pueden estar indicados para orina alcalina u orina ácida. Si compramos el producto y no lo utilizamos de forma correcta no servirá de nada.
Aunque nosotros no percibamos el olor de la orina cuando la limpiamos, el perro sí que lo huele, por tanto, es muy importante para evitar que el perro vuelva a orinar en el mismo sitio no dejar ni rastro de olor. Para ello, el producto más eficaz es el que se vende en las tiendas de mascotas o droguerías que están fabricados a base de enzimas: y recuerda seleccionar el producto con base alcalina o con base ácida según el estado de la orina.
No olvides:
- No te enfoques en limpiar la mancha ya que si la mancha desaparece pero el olor no, estamos en el mismo punto de partida.
- No te empeñes en refregar el hocico de tu perro sobre el orín, no solo no conseguirás nada (bueno, desahogarte, pero intenta desahogarte sin humillar al perro), sino que puedes desarrollar miedo y desconfianza de tu perro hacia ti.
- No utilices productos caseros, como la lejía o el amoniaco, que sinceramente, consiguen justo lo contrario, reforzar que el perro orine más si cabe (la orina contiene amoniaco).
Consulta en tu tienda habitual de mascotas, tu tienda online o droguería el producto adecuado y mantente perseverante en la educación.
Cuidados de un perro viejo
Muchas personas llegan a amar tanto a sus perros que quisieran que no mueran nunca y estén a su lado toda la vida. Los perros consiguen una especial relación con los amos debido a su carácter y su fidelidad.
Pero, como sucede como los seres humanos, el paso del tiempo influye en la vida de los perros. Según pasan los años, estas mascotas van perdiendo agilidad, vista, movimiento y otras capacidades. Así, los perros comienza a padecer de artritis, pierden total o ligeramente la visión, la audición y los dientes. Se hacen viejos y aparecen las enfermedades como les pasa a los seres humanos.
No obstante, el hecho de que los perros se vuelvan viejos no quiere decir que tengarn que ser arrinconados, dejados de lado o incluso en casos extremos ser sacrificados, a no ser que estén desahuciados y no tengan cura alguna.
Los perros pueden llegar a vivir entre 15-20 años. Pero para ello debemos cuidarlos especialmente cuando van cumpliendo años. Hay que adaptarse a su edad. Para ello, hay que controlar su salud de forma constante y periódica. Así, el veterinario le revisará los oídos, los dientes y los ojos. Además, los dueños también deben observar a su perro y ver como se comporta con el paso de los años.
Por ejemplo, si el perro tiene ya más de siete años, conviene ayudarlo a subir y bajar de los muebles y de los coches. De esta manera, se evitará que se lesione por una mala pisada o una caída.
Asimismo, recomiendo llevarlo a nadar a la playa o una piscina. La natación es un ejercicio perfecto para los perros que tienen artritis. Otro consejo que hay que seguir es cambiar los juguets duros por los de peluche.
Por último, la cama del perro debe ser suave y estar al nivel del suelo. En cuanto a la comida, necesitará menos comida al estar menos activo. Y si padece de una enfermedad crónica, debe acudir de forma periódica al veterinario.
Pero, como sucede como los seres humanos, el paso del tiempo influye en la vida de los perros. Según pasan los años, estas mascotas van perdiendo agilidad, vista, movimiento y otras capacidades. Así, los perros comienza a padecer de artritis, pierden total o ligeramente la visión, la audición y los dientes. Se hacen viejos y aparecen las enfermedades como les pasa a los seres humanos.
No obstante, el hecho de que los perros se vuelvan viejos no quiere decir que tengarn que ser arrinconados, dejados de lado o incluso en casos extremos ser sacrificados, a no ser que estén desahuciados y no tengan cura alguna.
Los perros pueden llegar a vivir entre 15-20 años. Pero para ello debemos cuidarlos especialmente cuando van cumpliendo años. Hay que adaptarse a su edad. Para ello, hay que controlar su salud de forma constante y periódica. Así, el veterinario le revisará los oídos, los dientes y los ojos. Además, los dueños también deben observar a su perro y ver como se comporta con el paso de los años.
Por ejemplo, si el perro tiene ya más de siete años, conviene ayudarlo a subir y bajar de los muebles y de los coches. De esta manera, se evitará que se lesione por una mala pisada o una caída.
Asimismo, recomiendo llevarlo a nadar a la playa o una piscina. La natación es un ejercicio perfecto para los perros que tienen artritis. Otro consejo que hay que seguir es cambiar los juguets duros por los de peluche.
Por último, la cama del perro debe ser suave y estar al nivel del suelo. En cuanto a la comida, necesitará menos comida al estar menos activo. Y si padece de una enfermedad crónica, debe acudir de forma periódica al veterinario.
¿Cómo tratar una mascota con miedo a extraños?
Mascotas que quedan muy aprensivas en la presencia de extraños son difíciles de educar. Normalmente, estas mascotas son capaces de caminar entre una multitud de personas, así como ignorar la presencia de invitados a casa, pero basta con que una persona intente hacerle una caricia, para que el comportamiento del perro cambie drasticamente.
Este tipo de reacción es decurrente en animales que no tuvieron experiencias positivas en su etapa de sociabilización, entre las 3 semanas y 3 meses de edad, con personas que no son miembros de la familia. En esta fase, los animales están listos para explorar y conocer. Si en algunas de estas exploración, las personas no hayan sido muy amistosas o agradables, el perro tiende a generalizar esta sensación para todas las otras situaciones de su vida.
Las personas, sin quererlo, acaban empeorando la situación. Intentar acercarse al animal con prisas, sin pedir “permiso” para hacerlo puede complicar aún más el cuadro. Muchas veces, muchas personas se acercan a un cachorrito a la vez, agobiando el animal.
Muchos perros pueden retraerse, en cuanto otros soltarán un ladrido. Una vez que aprenda que al ladrar, las personas le dejan en paz, usará este método para alejar los extraños. Es así que se convierte un cachorrito inocente e inseguro en un perro que está siempre en defensiva.
Si le castigas, el perro esconderá el miedo de ti, pero no lo superará. El perro reprimirá su sentimiento hasta no poder más y es entonces que seguramente atacará.
Los perros no entienden los gestos “amistosos” de los humanos. Si el perro tiene miedo a extraños, por más que le digas que aquella u otra persona son amigas, el no dejará de sentir miedo. La confianza vendrá con el tiempo y debes respetar el espacio del animal.
Un buen truco es agacharse y mirar hacia otro lado, como si no dieras la mínima importancia a la presencia del animal. Deja que el mismo se acerque para olerte. Puedes también dejar caer algunas golosinas caninas cerca de ti, eso hará que los vínculos de amistad vayas progresando.
Es muy importante respetar el espacio del animal y no hacer nada que pueda forzar la situación o asustarlo. Haga movimientos suaves y gestos delicados.
Cuando notes señales de miedo en tu perro, aleja la persona que ha intentando acarícialo y llama la atención del perro para ti, haciendo que se olvide del extraño. Cambia su estado emocional, de asustado para feliz, con alguna recompensa o la realización de algunos trucos de adiestramiento.
Este tipo de reacción es decurrente en animales que no tuvieron experiencias positivas en su etapa de sociabilización, entre las 3 semanas y 3 meses de edad, con personas que no son miembros de la familia. En esta fase, los animales están listos para explorar y conocer. Si en algunas de estas exploración, las personas no hayan sido muy amistosas o agradables, el perro tiende a generalizar esta sensación para todas las otras situaciones de su vida.
Las personas, sin quererlo, acaban empeorando la situación. Intentar acercarse al animal con prisas, sin pedir “permiso” para hacerlo puede complicar aún más el cuadro. Muchas veces, muchas personas se acercan a un cachorrito a la vez, agobiando el animal.
Muchos perros pueden retraerse, en cuanto otros soltarán un ladrido. Una vez que aprenda que al ladrar, las personas le dejan en paz, usará este método para alejar los extraños. Es así que se convierte un cachorrito inocente e inseguro en un perro que está siempre en defensiva.
Si le castigas, el perro esconderá el miedo de ti, pero no lo superará. El perro reprimirá su sentimiento hasta no poder más y es entonces que seguramente atacará.
Los perros no entienden los gestos “amistosos” de los humanos. Si el perro tiene miedo a extraños, por más que le digas que aquella u otra persona son amigas, el no dejará de sentir miedo. La confianza vendrá con el tiempo y debes respetar el espacio del animal.
Un buen truco es agacharse y mirar hacia otro lado, como si no dieras la mínima importancia a la presencia del animal. Deja que el mismo se acerque para olerte. Puedes también dejar caer algunas golosinas caninas cerca de ti, eso hará que los vínculos de amistad vayas progresando.
Es muy importante respetar el espacio del animal y no hacer nada que pueda forzar la situación o asustarlo. Haga movimientos suaves y gestos delicados.
Cuando notes señales de miedo en tu perro, aleja la persona que ha intentando acarícialo y llama la atención del perro para ti, haciendo que se olvide del extraño. Cambia su estado emocional, de asustado para feliz, con alguna recompensa o la realización de algunos trucos de adiestramiento.
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07 abril 2013
Razas: El pequinés
El pequinés es una raza de perro pequeña, originaria del este asiático y considerada una desviación de los perros lanudos míticos del Tíbet; cambio tras cambio se conocieron los primeros documentos oficiales en grabados coreanos de hace 4.000 años, otros en la corte imperial de China del siglo VIII, en plena dinastía H’ang.
En la antigüedad se utilizaba para ahuyentar los malos espíritus; este perro es de raza combativa, leal y valerosa, cariñoso y sensible con su dueño y desconfiado y extremadamente precavido con los extraños; por lo que muchas veces se convierte en una raza útil para avisarnos de posibles peligros en nuestra casa, ya que es un gran ladrador.
Como características diremos que su forma es mas bien rectangular, es decir, más largo que ancho, patas cortas y pecho profundo; su cabeza es grande en proporción a su tamaño, ya que la parte superior de la cabeza es ancha y plana, mientras que en su piel y cara tiene pliegues; ojos oscuros, grandes y brillantes, boca y nariz cortos y anchos, orejas colocadas en lo alto de la cabeza cuyo largo no debe pasar de las mandíbulas. En cuanto a cuidados diremos que esta raza es resistente a las enfermedades, pero no por ello debemos descuidar las normas de higiene ambiental y alimenticia.
En la antigüedad se utilizaba para ahuyentar los malos espíritus; este perro es de raza combativa, leal y valerosa, cariñoso y sensible con su dueño y desconfiado y extremadamente precavido con los extraños; por lo que muchas veces se convierte en una raza útil para avisarnos de posibles peligros en nuestra casa, ya que es un gran ladrador.
Como características diremos que su forma es mas bien rectangular, es decir, más largo que ancho, patas cortas y pecho profundo; su cabeza es grande en proporción a su tamaño, ya que la parte superior de la cabeza es ancha y plana, mientras que en su piel y cara tiene pliegues; ojos oscuros, grandes y brillantes, boca y nariz cortos y anchos, orejas colocadas en lo alto de la cabeza cuyo largo no debe pasar de las mandíbulas. En cuanto a cuidados diremos que esta raza es resistente a las enfermedades, pero no por ello debemos descuidar las normas de higiene ambiental y alimenticia.
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