Las células metabolizan la glucosa para convertirla en una forma de energía útil; por ello el organismo necesita recibir glucosa (a través de los alimentos), absorberla (durante la digestión) para que circule en la sangre y se distribuya por todo el cuerpo, y que finalmente, de la sangre entre al interior de las células para que pueda ser utilizada. Esto último sólo ocurre bajo los efectos de la insulina, una hormona secretada por el páncreas.
En la Diebetes Miellitus el páncreas no produce, o produce muy poca insulina (DM Tipo I) o las células del cuerpo no responden normalmente a la insulina que se produce (DM Tipo II).
Esto evita o dificulta la entrada de glucosa en la célula, aumentando sus niveles en la sangre (hiperglucemia). La hiperglucemia crónica que se produce en la diabetes tiene un efecto tóxico que deteriora los diferentes órganos y sistemas y puede llevar al coma y la muerte.
Actualmente no hay criterios internacionalmente aceptados para la clasificación de la diabetes canina. Pero si usáramos la clasificación usada para los humanos el 50% de los perros diabéticos serían clasificados dentro del grupo de la diabetes de tipo 1. El resto, probablemente tienen otros tipos específicos de diabetes derivadas de la alteración pancreática.
Diabetes de Tipo 1. Se caracteriza por la destrucción de las células B del páncreas que lleva a una deficiencia absoluta de insulina. Se cree que hay una predisposición genética a este tipo de diabetes, pero existen varios factores ambientales que podrían actuar como factores desencadenantes de una respuesta autoinmune frente a las células B. No se ha estudiado en los perros la velocidad de progresión hacia la deficiencia absoluta de insulina, pero los factores epidemiológicos son muy parecidos a este tipo de diabetes en el hombre.
El 28% de los perros desarrollan la diabetes por un daño pancreático importante, debido probablemente a una pancreatitis crónica. El vínculo entre diabetes canina y pancreatitis merece especial atención ya que la reacción autoinmune y la regulación de la respuesta inmune gastrointestinal podrían estar ligadas a la patogénesis de la enfermedad. Es probable que el sistema inmunitario a nivel gastrointestinal desempeñe un papel fundamental ya que desde el punto de vista inmunológico el intestino y el páncreas parece que están unidos, así como anatómicamente y están influenciados por factores relacionados con la dieta.
La obesidad afecta entre 1/3 y 1/4 de perros y también está relacionada con un incremento del riesgo de pancreatitis. Otros factores como alimentos con alto contenido en grasas, están implicados como agente causantes en los perros con pancreatitis asociada a la obesidad y posiblemente, desempeña un papel en el desarrollo de la inflamación del páncreas en perros diabéticos.
En las perras gestantes, entre los 30-35 de gestación, las perras sanas presentan una mayor sensibilidad a la insulina que se agrava en la última etapa de la gestación.
La progesterona estimula las glándulas mamarias para que produzcan hormonas de crecimiento, que es un potente inductor de la resistencia a la insulina. La influencia periódica de la resistencia a la insulina asociada al diestro puede contribuir al mayor riesgo de desarrollar diabetes que presentan las hembras en relación a los machos.
En perros se presenta principalmente en adultos de 7-10 años, con mayor incidencia en las hembras. Las razas más predispuestas son;
Los Pincher miniatura, Caniche, Teckel, Schnauzer enano, Beagle.
Y entre las poco predispuestas estarían:
Boxer, Collie y Pequinés.
En cuanto a los síntomas, son bastante claros.
* Orinan mucho. (Poliuria).
* Beben más de lo normal. (Polidipsia).
* Come mucho. (Polifagia).
* Cenoturia. No hay glucosa suficiente y como energía utilizan las grasas.
* Adelgazamiento y cansancio ya que las células no tienen suficiente energía aunque coma más, movilizando las energías de reserva.
* Cataratas. Es la complicación más frecuente en el perro.
* Neuropatía diabética. Alteraciones neurológicas. Presencia de hepatomegalia (aumento del tamaño del hígado) y signos asociados a infección del tracto urinario pues el aumento de azúcar en sangre predispone a infección.
Los síntomas más graves y no compensados son la deshidratación, debilidad, vómitos, olor a acetona, hipotermia y coma.
El tratamiento con insulina, posterior al diagnóstico en un perro implica varios pasos a seguir. En primer lugar la administración de insulina es fundamental, puesto que sin ella el animal está condenado a desarreglos metabólicos que acabarían con su vida. Se han dado casos en los que los medicamentos orales han resultado eficaces pero la cantidad de casos en los que se requiere insulina por vía subcutánea los superan con creces.
La cantidad de insulina inyectada dependerá de varios factores, tales como las características particulares de la diabetes del animal de compañía, así como el peso del mismo. Cuando se tenga que inyectar la insulina, lo haremos con extremo cuidado ya que puede resentirse. Buscaremos preferiblemente la nuca para aplicar la jeringuilla de la insulina. Hay que hacer un seguimiento en las primeras administraciones para determinar la curva de glucosa de la mascota. Con este dato se determinará exactamente la cantidad de hormona que se debe suministrar y pactar unas horas concretas para ello, además de establecer los horarios de comidas. Para los dueños, huelga decir que hay que cumplir al cien por cien las estipulaciones horarias en cuanto a comidas, lo que implica mucha responsabilidad.
En cuanto a la dieta, con tres premisas fundamentales. Evitar la obesidad, baja ingesta de grasas y alto contenido en fibras, pero las cantidades dependerán según nos encontremos con un animal con sobrepeso o a perder kilos.
El equilibrio de los nutrientes es fundamental, por lo que NO se recomienda la preparación de dietas caseras en las que es complicado medir los aportes.
En los piensos se indican la composición de los mismos en un cuadro en el que se apuntan proteínas, vitaminas, calorías y restos de nutrientes que lo componen. Estos datos son realmente útiles a la hora de seguir las cantidades ordenadas por el médico para el control de este trastorno hormonal. Todo esto se debe completar con la realización de ejercicio regular.
Una excepción serían los perros de caza a los que habría que reducir la dosis de insulina en los días en los que hagan mayor esfuerzo.
Los perros diabéticos que siguen un tratamiento tienen similares expectativas de supervivencia que los perros no diabéticos de la misma edad y sexo, aunque el riesgo de fallecimiento es más elevado durante los seis primeros meses del tratamiento. La mayoría de los perros diabéticos son perros mayores o de mediana edad, por lo que son más propensos a sufrir las enfermedades que normalmente afectan a los grupos de edad.
Cuando la diabetes coincida con otra patología las necesidades nutricionales ligadas a la misma serán prioritarias si el perro está siendo tratado con insulina. Si la enfermedad concomitante produce una pérdida de apetito temporal, generalmente se recomienda administrar la mitad de la dosis normal de insulina para disminuir el riesgo de hipoglucemia. Una hipoglucemia grave producida por una sobredosis de insulina puede causar daños irreversibles en el cerebro e incluso la muerte por lo que evitarlo será unos de los objetivos más importantes.
Por lo tanto la alimentación juega un papel fundamental para que eso no ocurra. Si se derrama un poco de insulina durante el pinchazo nunca debemos de rellenar la jeringuilla, aunque el perro parezca que no ha recibido una dosis suficiente.
Si dudáis de si ya lo habéis pinchado, la opción más segura es no pincharlo de nuevo, pues las consecuencias de saltarse una dosis de insulina son insignificantes. Si aparecen signos de hipoglucemia debemos darle de comer. Si el perro no quiere o no puede debemos darle jarabe concentrado en glucosa como los comercializados para personas diabéticas. Una vez que ser recupere, se le debe dar de comer lo antes posible y hablar con el veterinario antes de la siguiente inyección de insulina.
Un estudio demostró que el 94% de los perros diabéticos son tratados con éxito administrándoles dos dosis de insulina al día. Cuando los perros diabéticos recibían insulina una vez al día los episodios de hipoglucemia eran más frecuentes.
Después de que su perro esté estabilizado y se haya determinado el nivel de insulina que le corresponde, el veterinario dará las instrucciones de como cuidar del perro en casa. Generalmente el cuidado estará relacionado con las inyecciones diarias de insulina y la monitorización de la glucosa en orina.
Tu veterinario te aconsejará sobre el nivel apropiado de ejercicio y el control de la dieta.
Es importante determinar el nivel de ejercicio para dosificar el aporte calórico diario, que debe ser dirigido por el veterinario. El resultado de la dieta para tratamientos largos suele ser bueno, pero requiere un cuidado y control riguroso del animal. Con la adecuada dieta y terapia insulínica, tu perro puede tener una vida confortable y duradera.
24 mayo 2011
Enfermedades de perros: La Diabetes
Consejos sobre el parto canino
Si tenemos una perra que ha sido preñada y está próxima a dar a luz a sus cachorros es necesario tomar determinadas medidas que sirvan para brindarle un parto cómodo y seguro. Lo primero que tenemos que hacer es conseguir un lugar grande y cálido en el que la perra pueda parir y además cuidar a sus cachorros en las primeras horas.
Lo mejor es buscar una caja de paredes altas y crear un colchón con frazadas viejas y demás prendas de tela en desuso. Por lo general la perra tratará de estar sola antes de dar a luz, de modo que si ven un comportamiento esquivo de su parte es porque está buscando un sitio tranquilo para que nazcan sus cachorros.
El parto puede demorar varias horas dependiendo de la cantidad de hijos que tenga. Es fundamental prestar atención al nacimiento para ver si hay algún inconveniente, y es bueno tener a un veterinario cerca para que verifique que todo esté bien. El nacimiento puede tener problemas y por ello hay que observar si la perra hace fuerza y los cachorros no salen, si pierde mucha sangre o si vemos en su rostro un carácter desanimado.
Consejos para tratar la sarna en perros
La sarna es una enfermedad de la piel causada por un tipo de ácaro, llamado Sarcoptes scabiei. La sarna es también conocida por el nombre de “sarna sarcótica, o sarcóptica”. La madriguera de éstos pequeños ácaros microscópicos se hacen en la piel de sus perros, allí hacen túneles para depositar sus huevos.
Estos túneles se puede observar como las líneas finas escamosas en la piel. La sarna es una enfermedad muy contagiosa y su perro puede fácilmente contagiarse al estar en contacto con otro animal infectado. A veces, la enfermedad también puede transmitirse a los humanos. Sin embargo, los seres humanos son el huésped equivocado para ácaros de la sarna y por lo tanto se van por su cuenta, para completar su ciclo de vida.
Los síntomas de la sarna en perros
Como la sarna es una enfermedad de la piel produce una picazón severa y con frecuencia se ve a su perro arañar y morder las zonas afectadas. Estos ácaros de la sarna en realidad desencadenan alergias en el perro, por lo que, causa picazón intensa y erupciones en la piel.
Usted puede observar erupciones en la piel y pequeñas protuberancias rojas o ampollas, especialmente en áreas como el oído, el abdomen, codos, pecho, etc. las pápulas provocan la aparición de costras en la piel, se irritan y el rascado puede provocar que el pelo caiga.
Cómo tratar la sarna en perros
Champús medicados es la opción más confiable para el tratamiento de la sarna en los perros. Es muy importante mantener limpios los perros, mediante la eliminación de todo tipo de suciedad y los desechos de su cuerpo, dándoles baños regulares. Ungüentos antisépticos tópicos puede ser aplicado en las lesiones de piel o golpes causados por la sarna.
A veces, la inmersión de azufre de cal puede ser utilizada como un enjuague, que ayudan a matar los ácaros. El baño de cal de azufre puede ser utilizado una vez en una semana, pero el principal inconveniente de la misma, es que huele muy mal (igual que los huevos podridos).
Otro medicamento tópico para el tratamiento de la sarna es amitraz. Es un producto químico con un olor fuerte, que puede ser aplicado dos veces en un mes como un baño.
La Selamectina también se puede aplicar en las áreas afectadas del cuerpo para tratar la sarna. Este medicamento debe ser aplicado una vez en un mes.
La ivermectina es la opción de tratamiento preferida para la sarna. Se puede tomar por vía oral o se administran mediante inyecciones.
La mejor manera de prevenir la sarna en los perros y para mantener su salud del perro en general, es para mantenerlos limpios y alejados de otros perros y animales domésticos infectados. También se debe limpiar toda la casa adecuadamente, de lo contrario esta enfermedad contagiosa puede propagarse a los seres humanos. También dan a sus perros una dieta saludable y nutritiva, junto con suplementos de vitaminas y minerales, con el fin de fortalecer su sistema inmunológico y acelerar el proceso de recuperación.
20 mayo 2011
Salud Perros: Leishmaniosis
Es una enfermedad parasitaria producida por un protozoo llamado Leishmania infantum, aunque también se le conoce por otros nombres, como L. tropica, L.aetipica, L. mayor o L. donovani.
Se contagia por medio de la picadura de un mosquito llamado Phlebotomus (conocido en modo coloquial como Beatillas). Una vez que ha picado a un animal enfermo transporta en su interior las leishmanias y se las transmite con su nueva picadura, al animal sano. No se transmite por contacto directo, secreciones, heridas, orina, heces…etc.
Los perros afectados pueden tener los siguientes síntomas:
* Adelgazamiento.
* Apatía, debilidad.
* Atrofia muscular progresiva.
* Úlceras cutáneas.
* Heridas que no cicatrizan.
* Piel seca.
* Caspa.
* Pérdida de pelo.
* Falta de pelo alrededor de los ojos.
* Hemorragias nasales.
* Inflamación de ganglios linfáticos, hígado y bazo.
* Cojeras.
* Lesiones oculares.
Algunos perros pueden ser asintomáticos durantes periodos de tiempo variable. Los síntomas pueden tardar desde varias semanas o varios meses, dependiendo del sistema inmunitario del perro.
El diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre, biopsia de piel, o citología de la médula ósea.
Esta enfermedad tiene tratamiento y este es más eficaz cuanto más precozmente se diagnostique.
Es importante que no se deje avanzar la enfermedad ya que ataca a la vista, las articulaciones, la piel y el riñón. Sus secuelas pueden ser muy graves como llegar a diálisis, transplante de riñón o la muerte del perro. Hay que tener en cuenta que es una infección que a día de hoy no tiene cura, pero los medicamentos disponibles en el mercado le pueden alargar y mejorar la calidad de vida de nuestro compañero, llegando incluso a estar tan bien que no nos daremos ni cuenta ni de que la tiene. Se utilizan los antimoniales pentavalentes: metilglucamina y estibogluconato sódico, cesiastes otros tales como la anfotericina B, la pentamidina y el ketoconazol.
Pero no debemos de olvidar nunca que es una enfermedad crónica y por lo tanto estar alerta de posibles recaídas.
Los perros y la toxoplasmosis
Una enfermedad que afecta gravemente a las mascotas es la toxoplasmosis. Tradicionalmente se relaciona esta dolencia con los gatos, pero también hay que mencionar que los perros son susceptibles a este problema. Por dicho motivo es necesario tener en cuenta varias cuestiones muy importantes.
La infección en el cachorro se da cuando entra en contacto con superficies, elementos o comida que fueron tocadas por la materia fecal de un gato infectado con toxoplasmosis. Esta es la vía de contagio más común en hogares donde hay caninos y felinos. Si sólo tienen un perro y se enfermó es probable que haya contraído la dolencia por ingerir carne cruda o infectada.
En estos casos las recomendaciones son muy simples: no dejen que el perro y el gato compartan áreas “privadas” (los sitios donde comen o evacuan sus desechos) ni tampoco permita que los animales consuman alimentos que no están correctamente cocinados. Por último, lleven a los perros al veterinario regularmente para que le realice las pruebas que determinen si su sistema inmunológico funciona correctamente.
Características del gato siamés
Proveniente de Siam (Tailanda), el gato siamés fue llevado por primera vez a Europa en 1880, cuando se llevaron a Inglaterra; y sólo 10 años después desembarcaban en el continente americano. Se decía que era un “gato real”, ya que sólo podías conseguir uno si el rey de Siam te premiaba y, de hecho, el primero que se vio en Inglaterra fue un regalo al emperador británico.
Aspecto del gato siamés
El gato siamés pesa entre 2,5 y 5 kilos, dependiendo si es macho o hembra. Su aspecto es muy llamativo, oriental, ya que se trata de un gato estilizado y de largas extremidades, con la cabeza en forma triangular y el pelaje corto y suave: más oscuro en cara, cola y cabeza, beige en el resto del cuerpo.
Este pelaje tiene la ventaja de que no necesita demasiados cuidados ni un cepillado contante. Lo más llamativo del gato siamés son sus ojos, que suelen ser azules, a veces muy intenso. El gato siamés tiene tendencia al estrabismo, como parte de su herencia genética.
Comportamiento de lgato siamés
Como la mayoría de los felinos, su personalidad es independiente, pero su característica más destacada es la curiosidad: podemos encontrarlos investigando cualquier rincón de la casa. Además, el gato siamés adora estar con sus dueños, y casi nunca abandona el hogar, entre otras cosas, porque suele dormir 16 horas diarias.
No obstante, el maullido en época de celo suele ser irritante para muchos dueños: quizás sea de las pocas desventajas de esta raza, que tienen un carácter limpio y afectuoso.
15 mayo 2011
¿Agresividad o Dominancia?
En estos tiempos en los que todos jugamos a aprendices de etólogo, es frecuente escuchar el término “perro dominante” aplicado al perro peleón o pendenciero, y de igual forma se aplica “agresividad por dominancia” a los casos en los que el perro ¿dominante? comienza la pelea o el altercado sin motivos aparentes. En ambos casos el concepto “dominante” no está siendo utilizado de forma correcta. Agresividad no es sinónimo de dominancia.
El “perro dominante”. Con frecuencia se confunde al perro realmente dominante (después lo definiremos) con un perro mal socializado. Un perro que no sabe comportarse ni con sus congéneres ni en su entorno, pero no porque sea dominante, sino porque desconoce las reglas del juego y -en la mayoría de los casos- su inseguridad le lleva a reaccionar con agresividad. El perro peleón no es el dominante, ni el sumiso, sino el que ocupa escalones intermedios y busca “su sitio”. El verdadero perro dominante es un animal tranquilo, seguro de sí mismo, que nunca reacciona con agresividad sin motivo y no provoca altercados gratuitamente, tal vez sea insolente y desafiante, pero no agresivo. No reacciona con agresividad a estímulos menores, sino que los ignora, ya que es un animal seguro de sus posibilidades. Un perro dominante puede manifestar, o no, agresividad por dominancia. Un perro de estas características es un animal duro y muy complicado para personas sin experiencia, que explora los límites y los supera (con otros perros y también con los humanos) porque él se siente por encima. Reconducir/modificar esa conducta es posible con tiempo y técnicas apropiadas, pero no está al alcance de cualquiera sin experiencia ni es tan sencillo como forzar la postura de sumisión (alpha roll over). La figura del profesional canino cualificado es imprescindible para conseguir resultados positivos, fiables y duraderos.
La agresión es un problema de la conducta canina más frecuente, por el cual los perros son llevados al veterinario o a centros de adiestramiento.
El término agresión no es muy conciso, haciendo referencia a la conducta amenazante o peligrosa dirigida hacia un individuo o grupo.
La agresividad en los perros ha de entenderse, en términos generales, como un conjunto de factores entre los que se encuentran:
• Ambientales(animal encadenado).
• Genéticos( razas).
• Fisiológicos( animal no castrado).
• Motivacionales (defensa).
• Instrumentales (experiencia traumática o enseñada).
• Patológicos(dolor, molestia).
Como consecuencia de este fenómeno, se puede encontrar distintos grados de violencia canina que deberán ser tratados por especialistas de formas diferentes.
La agresividad es una conducta natural de los perros que permite regular las relaciones entre los miembros de una manada, y entre éstos y los otros animales. En el entorno doméstico esto se puede convertir en un problema que dificulte la convivencia del animal con las personas.
La clasificación de la conducta del perro más utilizada incluye los siguientes tipos de agresividad canina:
Agresividad con causa orgánica:
Esta forma de agresividad incluye tanto la agresividad causada por el dolor como aquella que es consecuencia de un problema orgánico, como los problemas hepáticos o el hipotiroidismo, suponiendo entre el 15 y el 20% de los casos.
Agresividad sin causa orgánica:
• Agresividad por dominancia.
• Agresividad por miedo.
• Agresividad territorial.
• Agresividad en el juego.
• Agresividad depredadora.
• Agresividad redirigida.
• Agresividad maternal.
La agresividad por dominancia es el tipo más frecuente en el perro, suponiendo entre el 40 y el 80% de todos los casos, seguidos de la agresividad por miedo y la agresividad territorial.
Los perros han evolucionado a partir de los lobos y estos manifiestan una conducta social y una organización jerárquica que implica un animal líder en la cúspide, el cual controla las situaciones o la conducta de otros miembros del grupo.
La agresión por dominancia se puede manifestar cuando un determinado perro se da cuenta que está siendo desafiado o de que esta perdiendo el control de un recurso o de una situación a favor de un subordinado (un perro o una persona). Si la agresión se manifiesta, está influida por numerosos factores.
Por este motivo, los perros que han establecido la dominación sobre una determinada persona pueden reaccionar de modo agresivo si la persona se acerca cuando el animal esta comiendo o descansando o si una persona manifiesta signos sociales de dominancia.
La agresividad por miedo es desencadenada por un estimulo miedoso, que puede manifestarse cuando el perro es amenazado o castigado. Generalmente se presenta cuando el perro es incapaz de eludir el estímulo que provoca la respuesta de miedo.
Las causas más frecuentes de esta agresión son la socialización insuficiente y el castigo inoportuno y la genética puede desempeñar un papel en la determinación del umbral correspondiente a una respuesta de miedo.
La agresividad territorial se presenta cuando la conducta agresiva va dirigida hacia una persona o hacia otro animal que no considera miembro de la manada pudiéndose manifestar agresión hacia las personas o hacia otros animales que se acercan a los miembros de la familia.
La agresión territorial puede verse exacerbada si el perro está atado o encerrado.
Descubrir las causas que llevan a un perro a comportarse de forma agresiva es un proceso similar a deshojar una margarita o pelar una cebolla: tendremos que ir eliminando posibilidades hasta dar con el motivo real.
De este modo, la primera pregunta que tendremos que hacernos es: ¿Lo provoca un problema de conducta o hay un origen clínico? Esto sólo puede responderlo nuestro veterinario, tras un examen clínico del perro y que hemos comentado con anterioridad.
Hay causas patológicas que requieren un tratamiento complicado, pero también existe la llamada “agresividad inducida por dolor”. Problemas tan comunes como una inflamación del oído que acabe en agresividad hacia aquellos que se encuentren próximos al animal. Debemos ser conscientes de que el perro no tiene capacidad de pensar de forma abstracta: para él, si siente dolor ahora es porque algo o alguien le lastima ahora, y culpará a la persona u animal más cercano. Es por ello que debemos someter al can a un examen completo, con el propósito de localizar la fuente del dolor y tratarla para eliminarlo.
Si tras un análisis veterinario no hay causa aparente de la agresividad, estaremos hablando de un problema de conducta. Llegado este punto tendremos que seguir deshojando la margarita:
¿Nuestro perro es dominante o sumiso? Cuando llega al parque ¿Se dirige directo al centro del grupo de perros que estén jugando o por el contrario hay que “invitarle” a acercarse? ¿Se coloca delante de nosotros de forma longitudinal, de frente a los perros o se sitúa de forma transversal, como si nos impidiera el paso con el cuerpo y se reclina sobre nosotros? Es importante saber si nuestro perro es dominante o sumiso, pues la forma de proceder en ambos casos es muy diferente.
Si el perro es dominante podemos encontrar diferentes tipologías de agresividad, como las enumeradas al principio.
En el otro lado de la balanza se encuentran los perros excesivamente sumisos, que suelen mostrar la agresividad por miedo.
Cada tipo de violencia responde a un impulso concreto, busca resolver una situación concreta, y por tanto hay soluciones diferentes. Asimismo, cada perro es distinto al resto. En su comportamiento afectan factores propios de los perros tan variados y a la vez determinantes como son el sexo, la edad o la disposición genética, pero también afectan otros valores como la edad a la que fue retirado del contacto con su madre y hermanos o la forma en que se ha llevado el periodo de socialización, fundamental para todo animal social, y cuyos artífices somos nosotros, los propietarios.
Por ello no es justo achacar toda la culpa de un mal carácter al perro, nosotros tenemos mucha responsabilidad en ello. Y tampoco es útil sentirse mal por un fallo en su educación causado por la falta de información. Siempre es buen momento para reconducir a un perro, tan solo hace falta tener interés en ello y paciencia. Y, asombrosamente, todos los perros tienen la capacidad de cambiar de actitud.
¿Y cómo erradicar la agresividad? Una vez determinado el tipo de agresividad que presenta el perro es más sencillo, pues podemos atacar solamente a la raíz del problema, sin estropear su carácter.
Algunas tipologías, como la Competitiva-posesiva, la Dominante-jerárquica, la Territorial o la Aprendida-impulsiva se dan siempre bajo un mismo factor: ausencia de unas limitaciones claras y bajo nivel de liderazgo humano.
Para ello existen un gran número de actos “rituales” que se deben adoptar (la forma de entrar y salir de casa, de darles la comida o de ubicarles para dormir, etc.) que ayudan a que el perro descubra la nueva actitud del propietario, dispuesto ahora a asumir el mando y a cubrir todas esas necesidades que el perro requiere. Como asesores debemos ayudar a los propietarios a adoptar esa nueva figura, la del líder.
Aprender a corregir el paseo es fundamental, pues si el perro asume que no es él quien toma las decisiones en la calle esperará a que seamos los humanos los que le digamos cómo obrar.
Para tratar la agresividad por miedo tendremos que, por igual, reforzar nuestra imagen de líder y elevar la autoestima del perro, desensibilizándolo de aquello que le provoca el miedo
Será preciso enfrentar al perro al motivo de su miedo y estimularlo para cambiar su percepción de la causa, hasta el momento negativa, por algo más positivo y menos amenazador. Tan solo lograremos que un perro abandone una conducta agresiva hacia los perros logrando que entre voluntariamente dentro de un grupo numeroso de estos y ayudándole a comprobar que no tiene por qué pasarle nada malo. En este caso, la firmeza y la suavidad tendrán que estar estrechamente ligadas, para que el animal perciba un modo de actuar seguro y firme pero confiado y tranquilo.
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