Uno de los errores más importantes que comentemos cuando empezamos a cuidar de un cahorro, es no dejar que juegue con otros perros, sean como sean, por miedo a que le hagan daño.
Para el perro, la posibilidad de jugar con otros perros es algo fundamental, ya que mediante el juego el cachorro aprende muchas de las pautas que son imprescindibles en su comportamiento social.
En el juego, el perro desarrolla su capacidad psicomotriz, además de responder a los estímulos hereditarios que tiene.
El cachorro tiene una serie de aficiones que tiene que poder desarrollar: correr, morderse, pelear… Siempre teniendo en cuenta de que sea en verdad un juego, en el que los perros no se hacen daño y van intercambiando el papel de perseguidores y perseguidos.
Además, seguro que en cuanto lo veas correr y disfrutar del juego, tú vas a ser la primera que estará encantada.